miércoles, 28 de marzo de 2012

Loewe

No se lo había dicho a nadie, pero hace  unos meses me llamaron para protagonizar un spot publicitario. Como os podéis imaginar, planear un holocausto y llevarlo a cabo, no es nada barato. Se me van grandes cantidades de dinero en plastelinas ( para mí, siempre han sido plastilinas), rodamientos, planchas de madera, mapas, y demás parafernalia que hay que usar para hacer maquetas, de mis simulacros. Lo último que compré fue una destilería, para el famoso plan del garrafón. Una destilería que estaría a pleno funcionamiento, si no  hubiese estallado el segundo día de uso... Bueno, pero eso es otra historia.
Resumiendo, me llamaron para un anuncio, y ahí que me fui.
No se puede describir con palabras el ambiente que se respiraba. Era algo mágico. ¿Cómo explicarlo..? ¿Habéis visto el cielo que representan en las películas? Grandes columnas blancas, espacios infinitos, pulcritud y serenidad. Pues era así, solo que en dorado y con mucho más glamour.
Miré a Harpo. Asintió y comenzó a dar bocinazos, excitado. Vio lo que creyó era una chica, y se fue detrás, dejándome solo.
El director nos aconsejó que pasásemos por maquillaje y peluquería antes de empezar, así que acercándome al lugar indicado, vi salir a una chica con media cabellera cortada y detrás suyo una con el pelo a medio pintar. Unos trabajos preciosos, de una mano maestra. Dándome vergüenza entrar, con mi corte de pelo, decidí escupirme en las manos y echar el flequillo para atrás. Oí unos aplausos. El estilista me miraba desde la puerta, chocando una palma contra la otra.

- Lo natural es vital- espetó.

No sería la última frase profunda que oiría aquella mañana. Me lanzó un beso e hice que lo recogía y me lo guardaba en el bolsillo. Había algo en el ambiente que hacía que nos dejásemos llevar. "Lofisin dieir" me concretó la chica del cabello bicolor.
Nos dejaron muy claro lo que querían de nosotros. Naturalidad. Ellos grabarían todo lo que se nos ocurriese y luego ya montarían.  Tenían un perchero cerca y unos cuantos bolsos. Debíamos conjuntarnos e interactuar.
Al principio, me limité a observar, un poco cortado, por no tener el currículum artístico de las personas que me rodeaban: todas famosas por ser "hijas de", algo importantísimo en este país, pues ya se sabe que esos úteros están homologados por la sgae.
Entonces, una vez que entendí el concepto, empecé a dejarme llevar. Me enfocaron en primer plano, mientras bebía agua de un vaso de plástico. Arrojé el agua sobre mi cabeza, cual géiser islandés de nombre imposible y dije poniendo cara de intelectual:

- Nunca Loewe al gusto de todos.

A decir verdad, el agua tenía cierto sabor a colonia, y cuánto más bebía, más ocurrencias me asaltaban. En mi camino, mientras me perseguía una cámara, me topé con un  frasco de colonia del tamaño de una cabeza. Lo así lo mejor que pude, y comencé a perseguir, tontamente a la descabellada.

- ¡Pachulí! ¡Pachulí!- aullaba a su espalda.

Se dio la vuelta, y me miró con los ojos abiertos de par en par. La rocié enterita y añadí:

- Pachulí, chuli, mi pirulí.

La desgraciada comenzó a gritar como un cerdo.

-¿Quién ha traído a este subnormal? Me ha metido colonia en los ojos.

Traté de disculparme. Incluso me ofrecí a  igualarle el pelo gratis. Sin embargo la única respuesta que obtuve fue un intento de estamparme el frasco de colonia en la cabeza. por suerte estaba ciega y sólo le acertó al cámara.

- ¿Te duele arriba de la pestaña?- le dije de manera conciliadora, recordando una frase suya.

Parece que eso la calmó. Entonces el director nos sugirió que sería ideal, ponerse los bolsos sobre la cabeza. Poniéndonos en fila. Yo en estado de gracia, me arranqué los pantalones (a sugerencia de Kennedy) y le comenté que eso de los bolsos en la cabeza era una tontería, que yo lo iba a sostener sin manos, colgándomelo de otro lugar. Le dije que mi idea era muy del renacimiento, pero no le gustó. Y a mí como lo de ponerme el bolso en la cabeza no me hizo ninguna gracia tampoco, pues no llegamos a un acuerdo.
Pedí mi salario, para poder marcharme de aquel lugar.

- Teniendo en cuenta todo el vodka que te has bebido, nos debes ciento cincuenta euros.

Se niegan a pagarme... De estrangis  me llevo unos micrófonos y una cámara. Todo Loe-wendido por ebay, consiguiendo lo que considero un sueldo digno, por mi gran labor artística.

A pesar de mi aventurilla, compruebo que no me han incluido en el anuncio, que es este (por si alguien no lo ha visto todavía)




Y de regalo un chiste malo



Por si no se entiende la letra:
- ¡Ostias! ¡Las muestras!
- Una de cada cuatro mujeres  sufre pérdidas de orina. Sólo es grave cuando son jefas de laboratorio.

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